El meteorito impactó en el segmento C3 del espejo, compuesto de 18 espejos hexagonales y, según las comprobaciones llevadas a cabo posteriormente, la calidad óptica de dicho segmento ha disminuido significativamente con respecto a las pruebas realizadas al mismo antes de que el James Webb abandonara nuestro planeta.
Esto, con los otros 17 espejos en sus condiciones actuales no plantea un problema serio, pero sí que pone sobre alerta a la NASA de los riesgos existentes introduciendo la posibilidad de que el telescopio no sea capaz de llegar al máximo de su vida útil prevista, 20 años.
Los choques con micrometeoritos hasta ahora
Antes de que la misión despegase, la NASA realizó diferentes simulaciones sobre el posible impacto de meteoritos contra los espejos del James Webb y, basándose en esos resultados, se le calculó una vida útil al telescopio de 20 años.
A diferencia de lo que sucedió con el Hubble —que pudo ser reparado y actualizado por el transbordador espacial en dos ocasiones—, es casi imposible mandar una tripulación a intentar reparar el espejo afectado en un viaje de 1,6 millones de kilómetros.
De los seis impactos significativos que ha tenido el telescopio (otros 19 no han tenido efecto detectable), cinco de las deformaciones resultantes fueron corregibles mediante la realineación de los espejos de una manera sencilla.
Sin embargo, el sexto es el que causó más preocupación al equipo a cargo del Webb, pues causó lo equivalente a una «mancha» en el segmento C3, que catalogaron como «significativo e irreparable«.
En la imagen sobre estas líneas podemos observar el daño en el espejo, el cual es notable. Teniendo en cuenta que al telescopio se le espera una vida media de 20 años, el nuevo estudio de la NASA basado en el análisis del efecto de estos micrometeoritos —y la magnitud del sexto— afirma que ahora no están totalmente seguros de hasta qué punto esa fecha de caducidad se cumplirá. O, mejor dicho, si realmente llegará a esos 20 años de vida con una calidad de imagen medianamente buena, debido a este incremento en la frecuencia de impactos con respecto a las previsiones iniciales.
El equipo de la NASA está realizando nuevos modelos estadísticos basándose en la nueva información recopilada en los últimos meses. Es más que posible, afirman, que el Webb sea «más susceptible a daños por micrometeoritos de lo que predijo el modelado previo al lanzamiento».
Todo esto ha sucedido en apenas unas semanas y sin haber pasado por el obstáculo de la nube de partículas dejadas atrás por el cometa Halley, a la que llegará en mayo de 2023. Esperemos que este tipo de impactos no sean tan habituales como hasta el momento y su vida útil no se vea reducida.