Hoy en día parece que está de moda ser negacionista de algo, no existe el COVID-19, la tierra no es redonda, las vacunas no funcionan, no existe el cambio climático. Estos negacionismos nos pueden parecer hasta simpáticos mientras llegan de personas anónimas, pero cuando es un jefe de gobierno el que lo dice, se torna en algo serio y extremadamente peligroso.
Esta moda se está volviendo cada vez más preocupante, especialmente cuando uno se da cuenta de los lobbys que se van creando y que fomentan muchos de esos negacionismos, porque no nos engañemos, donde existe un negacionismo es más que probable que nos encontremos con un interés económico.
Fijándome en un tema de actualidad, espero que no llegue un día en el que me encuentre un negacionista de los incendios, que diga que son un invento para que aumenten las cuadrillas que se encargan de apagarlos, o algo por el estilo. Si llega ese día pediré por favor bajarme de la Tierra aunque sea en marcha o rogaré ser abducido por cualquier civilización de otro planeta que tenga al menos un dedo de frente más que la nuestra.
El negacionismo frente al COVID-19 le ha supuesto a países como Brasil unos niveles de mortalidad muy elevados, frente a países que han adoptado medidas más drásticas. Se han perdido a día de hoy nada más y nada menos que 6,45 millones de vidas en todo el planeta debido al COVID-19, algo que aunque es difícil de creer, hay gente que niega.
Pero lo más preocupante de todo es lo que puede llegar a pasar en un futuro. Se está implantando un populismo generalizado en las clases políticas de prácticamente todos los países, clases que no tienen ningún pudor en negar lo evidente, en desdecirse sin pestañear y en mentir como auténticos bellacos.
No quiero entrar en exceso en política porque una de las máximas de este blog fue precisamente no entrar en esos temas, pero no puedo dejar de expresar preocupación por lo ya mencionado.
¿Qué puede ocurrir si terminamos en las manos de un negacionista?
Estos últimos años se han podido ver varios ejemplos en el mundo de negacionismos a nivel político, incluso alguno ha llegado a negar haber perdido las elecciones. No obstante, gracias a Dios, no han sido muy extremos.
Es posible que algún lector no esté de acuerdo con este último punto y piense que si hemos observado negacionismos extremos, es cuestión de ver donde ponemos la línea roja.
Un escenario mucho más preocupante que los actuales, sería el de un líder que sea negacionista de las vacunas. Tratándose de alguien moderado podría modificar la legislación para convertir las vacunas en opcionales pero, ¿y si se trata de alguien más extremista que las elimina por completo?
El impacto entre la población podría ser brutal y lo peor de todo, en un mundo globalizado lo más probable es que los problemas se extendiesen al resto de países.
Ante el negacionismo la ciencia y la razón
Para evitar todo esto, el común de los mortales debe hacer caso a dos pilares importantes de nuestra civilización, la ciencia y la razón. Es cierto que dentro de la ciencia nos encontraremos probablemente con intereses económicos que nos hagan dudar de algunas cosas, es en donde entra la razón, para ello debemos formar nuestra propia opinión, siempre leyendo información contrastada.
No hay que dejarse llevar jamás por populismos, cuando lo que te dicen es demasiado bonito para ser cierto, no lo dudes, lo más probable es que no sea cierto.
Finalmente deberíamos tener mucho más cuidado a la hora de elegir a nuestros líderes políticos, no vaya a ser que tengamos que entonar ese mantra de «tenemos lo que nos merecemos», una vez están en el poder nada es como decían que iba a ser, populismo puro y duro.
